lunes, 14 de mayo de 2012


EL SINTOMA COMO ESCRITURA

El primer rescate freudiano de Lacan queda claro desde sus primeros seminarios, posteriormente, en una segunda vuelta a Freud, produce un viraje a partir del Seminario 19 -…Ou pire- cuando introduce el concepto de Uno. El goce del Uno, el Uno de la existencia que nos condena a la repetición incesante con una escritura que nunca nos sobrevendrá consciente y descifrable.  Con esta perspectiva teórica ¿cuál es nuestro quehacer –como psicoanalistas- ante un real que insiste en no escribirse nunca?, ¿entonces, qué “cura”, el psicoanálisis?

El síntoma como eje de la clínica
Esto queda advertido desde los primeros escritos freudianos, un camino que retoma Lacan disponiendo de otros instrumentos teóricos. El primer momento -en ambos- sobrevolará el desciframiento del síntoma, pero una lectura detallada evidencia que ambos ejercen una torsión de sus obras hacia un lugar menos lineal; se topan con lo real del síntoma, con aquello irreductible a cualquier desciframiento en aras del sentido, pues lo real es sin ley.
En Freud encontramos antecedentes tempranos en su obra relacionadas con las inscripciones corporales que funcionarán como una escritura de lo real. En Lacan, el primer concepto del síntoma será como metáfora (primera clínica) desplazándose teóricamente hacia el síntoma como letra de goce (segunda clínica), y de allí a la edificación del concepto de sinthome. Esto será acompañado por un crucial pasaje conceptual del Otro al Uno y consecuentemente del ser a la existencia, conceptos decisivos que repercuten en nuestra práctica clínica.
Mi propuesta en este brevísimo ensayo es pensar el síntoma como función del escrito - a modo de una segunda vuelta a Freud- pues conmueve la forma de pensarlo [el síntoma] y las maniobras de un análisis llevado hasta sus últimas instancias en la reducción del goce. Resumo la idea principal: el goce es el producto de un encuentro fortuito entre el cuerpo y el significante, es esa huella inolvidable, un acontecimiento del cuerpo, que nunca vuelve a cero. Hablamos con el cuerpo, a partir de un goce que ha quedado fijado alguna vez y para siempre, me refiero a un cuerpo que habla sin palabras, un cuerpo que goza. A partir de estas premisas, ¿cuál es nuestro quehacer clínico en la práctica del psicoanálisis?

Los antecedentes del síntoma como escritura en Freud
Cuando Freud –investigando la histeria- trabaja la persistencia del síntoma utiliza un neologismo, el término identifixierum: identificación más fijación, que indicará la inscripción fundante del síntoma, antecedente catalogado por Lacan como la insistencia de la escritura del síntoma, en el sentido de la fijación de un goce (siempre pulsional).
Dice Freud en Estudios sobre la histeria Un ocasionamiento solo no alcanza para fijar un síntoma pero si este mismo síntoma se presenta varias veces con un cierto efecto luego se fija y permanece”,  en Lacan podemos leerlo como “el síntoma es lo que no cesa de escribirse”. Se fija y permanece  porque el goce pulsional del síntoma no cesa de escribirse.
En Tres ensayos de teoría sexual escribe acerca de la pulsión y la fijación a un objeto, -en  Lacan objeto a- en un punto del desarrollo psíquico, momento en que se produce la experiencia de goce. Entonces, “algo”  que se fija y permanece, Freud lo denomina transcripción, (erregungszuwachs) “escrito debajo”, por lo tanto escritura. (1) El término en alemán erregung abarca varias expresiones como irritación, excitación y sus sinónimos estimulación, sugerencia, reactivación, estímulo, invención, etc.  y wachs, cera. Es decir, una inscripción  duradera “en un sistema receptor de estímulos y  una protección antiestímulo externa, destinada a rebajar la magnitud de las excitaciones”, dirá en Más allá del principio del placer refiriéndose a nuestro aparato perceptivo.
Con la Carta 52 esboza un modelo de aparato psíquico y utiliza el término inscripción y (erregungszuwachs) como transcripción,  de un registro a otro. Así, este concepto de inscripción fue leído por Lacan como inscripción del síntoma. En la misma carta Freud dice que “(…) Dentro de la misma base psíquica y entre transcripciones de la misma variedad, se pone en vigencia una defensa normal a causa de un desarrollo de displacer; una defensa patológica, en cambio, sólo existe contra una huella mnémica todavía no traducida de una fase anterior” (pág. 276, Tomo I); es decir, lo que se produce como síntoma (defensa patológica) es la falta de traducción –entonces- la raíz del síntoma, algo que habría de haberse traducido no ocurrió. Traducir está en relación a la experiencia de goce. Lo que no pudo traducirse de ese material queda fijado, esa es la base del síntoma.


¿Por qué pensar al síntoma como escritura?
Lacan madura el concepto de repetición con la lógica modal (2), y dice lo que no cesa de escribirse,  retomando la idea freudiana que algo persiste y por algo se escribe, lo cual puede considerarse: a) a través del sentido (por qué motivos se escribió), o b) por el lado de la simple inscripción, basta con pensar que eso está allí, sin ningún sentido y se repite.
Así, la repetición ligada al concepto de escritura -como la identificación a la fijación-, pensando al síntoma como inscripción, nos conduce al concepto de repetición. Se repite por eso se escribe, no cesa de escribirse, como un permanente conteo de algo que no está escrito en ninguna parte, pero suficiente con escucharlo para reconocer que eso tiene presencia en su resonancia. Esquematizando estos conceptos previos, tendríamos:


Repetición – Escritura
Identificación – Fijación
Síntoma- inscripción – repetición

Avanzando en esta línea centramos la idea fundamental: lo real es un imposible que no cesa de no inscribirse.
El síntoma tiene dos caras: una relativa a la verdad y otra respecto a lo real (a su esencia, revelada por la repetición) por lo cual al interpretarlo y aliviarlo en su repetición no implica la desaparición del mismo, en la clínica comprobamos que el síntoma retorna por lo que tiene de real. Aquí nos encontramos con la paradoja de la “cura”, pues más allá del síntoma encontraremos los restos sintomáticos, aquellos que no pueden reducirse con el sentido porque están dirigidos a un imposible, a ese real que insiste en no inscribirse en el sujeto. Con estos restos sintomáticos Freud se topó con lo real del síntoma, con el fuera-de- sentido-del-síntoma.
Además de ser un acto inútil, involuntario en forma consciente, que implica una queja porque hace sufrir, impone un gasto anímico, empobrecimiento personal y paraliza en las cuestiones vitales de la vida; el síntoma queda distinguido de las otras formaciones del inconsciente por su persistencia, repetición y su vuelta incesante. El lapsus, sueño, chiste, etc, -las otras formaciones- son fugaces y tienden a la evanescencia y al olvido. Asomamos así -por su insistencia y presencia- a la primera posibilidad que nos brinda el síntoma: la interpretación
En la primera cara del síntoma, la interpretable en relación a la verdad del sujeto en su decir, como analistas alentaremos aproximar el ser del sujeto al inconsciente, descifrar la virtualidad de lo reprimido de ese ser-del-pasado contando con posibilidad potencial de la palabra. Nos encontramos así con la firmeza del lenguaje como aquel que tiene por función de crear un ser que no existe. O sea que el lenguaje crea al ser mismo. Partamos de algo muy elemental para pensar en psicoanálisis: el lenguaje, allí es donde se juega el despegue de la práctica. Dejamos de ser un organismo porque el lenguaje nos atraviesa para construir un cuerpo, y, como diría Lacan, tenemos un cuerpo, no somos un cuerpo. Los efectos del lenguaje –estructuralmente- nos coloca en la posibilidad de ser humano, distinguiéndonos de todo el resto universal de los seres vivos (plantas, animales, microrganismos, etc.) Pero en esta inscripción estamos hablando de escritura, no sólo de la instrumentación de la palabra.


Del ser a la existencia/ del Otro al Uno
Si releemos la obra de Lacan descubriremos el pasaje del ser a la existencia como los hitos fundamentales de sus dos clínicas. Esto nos plantea posibilidades distintas de trabajo en psicoanálisis. Un primer momento, en dónde la oportunidad la tendremos con el inconsciente transferencial, allí –el momento más freudiano- podremos operar con el desciframiento del sentido, hasta cierto punto y momento. Es el tiempo de la interpretación, la reducción: repetición-convergencia-evitación, como movimientos operatorios de un análisis para pensar un inconsciente de superficie y dinámico, es decir, que está en el discurso (y no como un continente oscuro a abreaccionar catárticamente), sino que hay una movilidad que la lógica modal permite que se exprese. Así, de esta manera, al pensar el síntoma como función del escrito es que no deja de escribirse como un movimiento inconsciente, sino que se escribe virtualmente cada vez.  Potencialmente –si las condiciones de un análisis lo permiten-, el paciente obtendrá alivios, cambios, reducción de su goce sintomático; todo esto no es poco, pero ¿es suficiente?
El pasaje del ser en falta al real de la existencia es un momento crucial en un análisis, nos coloca como analistas en una operatoria más difícil, delicada y con mayores desafíos de escuchar, y de leer ¿qué?: la escritura de un síntoma. Estamos en límites más complejos, nos enfrentamos en el terreno de lo más real del síntoma, será el inconsciente real con el cual tendremos que operar. Y aquí es dónde las sesiones breves, recortando puntualmente la escucha, eliminando sentido, son nuestros mayores aliados, esto es “que el nivel del ser necesita un más allá” dice Miller.
Entonces ¿Qué posibilidad tenemos en nuestro trabajo psicoanalítico con algo que no puede reducirse? (recordemos la preocupación freudiana por la persistencia pulsional en Análisis terminable e interminable). En principio diremos que esta pregunta plantea una “puesta al día” de la práctica freudiana, “ir más allá” es contar con la valentía de anticiparnos en un saber acerca de la imposibilidad de curar: siempre habrá un real como resto sintomático. Esto no nos hace más cobardes a la hora de tratar con una “causa perdida”, sino reconocer de antemano que hay un real irreductible que no se ajustará a las conveniencias del sentido del paciente, menos del analista, menos aún del “sentido común”.
Esta problemática segunda cara del síntoma es aquella que no permite ser tomada por el desciframiento del sentido, ¿Qué hacer en esa etapa de un análisis?, ¿Cómo encontrar un real?, ¿Cómo confrontar al paciente con el goce del Uno?, ¿Cómo escuchar fuera del sentido, cuando el sentido mismo convoca al sentido? Es un período en dónde nos encontramos con un ser que no sería de lenguaje, está más allá de los equívocos del lenguaje, por lo cual se diluyen las posibilidades de sus efectos y el sujeto de la palabra ya superó el desciframiento y el sentido, aquí nos encontramos con lo real del síntoma, un síntoma fuera del sentido.
Este es el trabajo al que el campo lacaniano nos convoca actualmente: a leer un síntoma más allá del sentido. La interpretación, inicialmente lee el síntoma apostando a su reducción –una cita entre el cuerpo y el significante- por lo cual hay que transcurrir en la dialéctica del deseo, no obstante se nos presenta la dificultad de despojarnos de «los cantos de sirenas», de la verdad que ese mismo desciframiento promete traspasar la fijeza del goce para ingresar a las tinieblas de lo real. En cambio, en un segundo tiempo, nos encontramos con los restos sintomáticos que representan los orígenes del sujeto mismo, aquello que nunca podrá ser reducido en un análisis, es un acontecimiento corporal originario que tiene permanencia y se reitera a sí mismo sin parar. Es algo que no cesa de no inscribirse, es la insistencia interminable del Uno, lo real mismo que nos desafía a la lectura del síntoma fuera del sentido.
En el tramo final de un análisis la repetición ya no es igual, cambia de estatuto, es iteración de goce, o sea la forma más reducida, singular y posible para el paciente, su sinthome, la condición última de su goce, algo con lo cual –fuera del sueño de la felicidad- tendrá que poner a trabajar y hacer algo con ese irreductible de su existencia.

(**) El concepto de Uno está desarrollado por Lacan en el Seminario 19 (…Ou pire), es el significante de la inexistencia, su símbolo será el cero (0) que representa la inexistencia de la verdad como del goce puede no existir, como el cero, que sí existe. Debemos distinguir entre aquello que no tiene existencia (la nada) que puede designarse como cero, y el cero en tanto como número entero (símbolo de la inexistencia) necesario para fundar la serie de los número enteros y para fundar el Uno como número predecesor tal como lo demostró el matemático Fregue quien funda el Uno como sucesor del primer cero (no idéntico a sí mismo, o la nada).
El concepto de Uno no es el unario, precisamente distingue lo uniano de lo unario, esta dualidad del cero muestra que la repetición como rasgos unarios son la repetición del Uno de la inexistencia, un real que escapa a todo intento de simbolización.

(1) Esta idea está más esclarecida en Notas sobre la pizarra mágica (1925) 
(2) Sistema formal que intenta capturar el comportamiento deductivo de algún grupo de expresiones que califican la verdad de los juicios.

BIBLIOGRAFIA
-      Sigmund Freud- Carta 52. Amorrortu. Editores. Tomo I
-      Sigmund Freud- Conferencia 23. Amorrortu. Editores. Tomo XVI
-      Sigmund Freud - Inhibición, síntoma y Angustia. Amorrortu Editores. Tomo XX
-      Sigmund Freud - Más allá del principio del placer. Amorrortu Editores. Tomo XVIII
-      Sigmund Freud - Notas sobre la pizarra mágica. Amorrortu Editores. Tomo XIX
-      Sigmund Freud - Estudios sobre la histeria. Amorrortu Editores. Tomo I
-      Jacques-Alain Miller – Seminarios no editado del año 2010 y 2011. Versión On line de la ELP
-      Jacques-Alain Miller – El hueso de un análisis.
-      Jacques Lacan- Seminario 23, El Sinthome. Ed. Paidos
-      Jacques Lacan- Seminario 20, Aun. Ed. Paidos
-      Jacques Lacan- Seminario 19, …Ou pire (versión de la Escuela Freudiana de Buenos Aires)
-      Conferencia de Jacques-Alain Miller en la clausura de PIPOL 5, en Bruselas, el 3 de julio de 2011
-      Samuel Basz – El objeto aire, y otras intervenciones en psicoanálisis. Ed. Grama
-      Notas y desgrabaciones tomadas del Seminario de Olga Molina durante el año 2011 en la Escuela de Orientación Lacaniana de Buenos Aires.