EL SINTOMA COMO ESCRITURA
El primer rescate freudiano de
Lacan queda claro desde sus primeros seminarios, posteriormente, en una segunda
vuelta a Freud, produce un viraje a partir del Seminario 19 -…Ou pire- cuando
introduce el concepto de Uno. El goce del Uno, el Uno de la existencia que nos condena a la repetición incesante con
una escritura que nunca nos sobrevendrá consciente y descifrable. Con esta perspectiva teórica ¿cuál es nuestro quehacer –como psicoanalistas- ante un
real que insiste en no escribirse nunca?, ¿entonces, qué “cura”, el
psicoanálisis?
El síntoma como eje de la clínica
Esto
queda advertido desde los primeros escritos freudianos, un camino que retoma
Lacan disponiendo de otros instrumentos teóricos. El primer momento -en ambos-
sobrevolará el desciframiento del síntoma, pero una lectura detallada evidencia
que ambos ejercen una torsión de sus obras hacia un lugar menos lineal; se
topan con lo real del síntoma, con aquello irreductible a cualquier
desciframiento en aras del sentido, pues lo real es sin ley.
En Freud
encontramos antecedentes tempranos en su obra relacionadas con las
inscripciones corporales que funcionarán como una escritura de lo real. En
Lacan, el primer concepto del síntoma será
como metáfora (primera clínica) desplazándose
teóricamente hacia el síntoma como letra
de goce (segunda clínica), y de allí a la edificación del concepto de sinthome. Esto será acompañado por un
crucial pasaje conceptual del Otro
al Uno y consecuentemente del ser
a la existencia, conceptos decisivos que repercuten en
nuestra práctica clínica.
Mi propuesta en este brevísimo ensayo es pensar el síntoma como función del escrito - a modo de una segunda vuelta a Freud- pues conmueve la forma de pensarlo [el síntoma] y las maniobras de un análisis llevado hasta sus últimas instancias en la reducción del goce. Resumo la idea principal: el goce es el producto de un encuentro fortuito entre el cuerpo y el significante, es esa huella inolvidable, un acontecimiento del cuerpo, que nunca vuelve a cero. Hablamos con el cuerpo, a partir de un goce que ha quedado fijado alguna vez y para siempre, me refiero a un cuerpo que habla sin palabras, un cuerpo que goza. A partir de estas premisas, ¿cuál es nuestro quehacer clínico en la práctica del psicoanálisis?
Mi propuesta en este brevísimo ensayo es pensar el síntoma como función del escrito - a modo de una segunda vuelta a Freud- pues conmueve la forma de pensarlo [el síntoma] y las maniobras de un análisis llevado hasta sus últimas instancias en la reducción del goce. Resumo la idea principal: el goce es el producto de un encuentro fortuito entre el cuerpo y el significante, es esa huella inolvidable, un acontecimiento del cuerpo, que nunca vuelve a cero. Hablamos con el cuerpo, a partir de un goce que ha quedado fijado alguna vez y para siempre, me refiero a un cuerpo que habla sin palabras, un cuerpo que goza. A partir de estas premisas, ¿cuál es nuestro quehacer clínico en la práctica del psicoanálisis?
Los antecedentes del
síntoma como escritura en Freud
Cuando Freud –investigando la
histeria- trabaja la persistencia del síntoma utiliza un neologismo, el término
identifixierum: identificación más fijación,
que indicará la inscripción fundante
del síntoma, antecedente catalogado por Lacan como la insistencia de la escritura del síntoma, en el sentido de la
fijación de un goce (siempre pulsional).
Dice Freud en Estudios
sobre la histeria “Un
ocasionamiento solo no alcanza para fijar un síntoma pero si este mismo síntoma
se presenta varias veces con un cierto efecto luego se fija y permanece”, en Lacan podemos leerlo como “el síntoma es lo que no cesa de escribirse”.
Se fija y permanece porque el goce
pulsional del síntoma no cesa de escribirse.
En Tres ensayos de teoría sexual escribe
acerca de la pulsión y la fijación a un objeto, -en Lacan objeto
a- en un punto del desarrollo psíquico, momento en que se produce la
experiencia de goce. Entonces, “algo”
que se fija y permanece, Freud lo denomina transcripción, (erregungszuwachs) “escrito debajo”,
por lo tanto escritura. (1) El término en alemán erregung abarca varias
expresiones como irritación, excitación y sus sinónimos estimulación,
sugerencia, reactivación, estímulo, invención, etc. y wachs, cera. Es decir, una
inscripción duradera “en un sistema receptor de estímulos y una
protección antiestímulo externa, destinada a rebajar la magnitud de las
excitaciones”, dirá en Más allá del principio del placer refiriéndose
a nuestro aparato perceptivo.
Con la Carta 52 esboza un modelo
de aparato psíquico y utiliza el término inscripción
y (erregungszuwachs)
como transcripción, de un registro a otro. Así, este concepto
de inscripción fue leído por Lacan
como inscripción del síntoma. En la
misma carta Freud dice que “(…) Dentro de
la misma base psíquica y entre transcripciones de la misma variedad, se pone en
vigencia una defensa normal a causa de un desarrollo de displacer; una defensa patológica, en cambio, sólo existe contra una huella
mnémica todavía no traducida de una fase anterior” (pág. 276, Tomo I); es
decir, lo que se produce como síntoma (defensa
patológica) es la falta de traducción
–entonces- la raíz del síntoma, algo que habría de haberse traducido no
ocurrió. Traducir está en relación a
la experiencia de goce. Lo que no pudo
traducirse de ese material queda fijado, esa es la base del síntoma.
¿Por qué pensar al síntoma como escritura?
Lacan madura el concepto de repetición
con la lógica modal (2), y dice lo que no
cesa de escribirse, retomando la
idea freudiana que algo persiste y por algo se escribe, lo cual puede
considerarse: a) a través del
sentido (por qué motivos se escribió), o b)
por el lado de la simple inscripción, basta con pensar que eso está allí, sin ningún sentido y se repite.
Así, la repetición ligada al
concepto de escritura -como la identificación a la fijación-, pensando al síntoma
como inscripción, nos conduce al
concepto de repetición. Se repite por
eso se escribe, no cesa de escribirse, como un permanente conteo de algo que no está escrito en ninguna
parte, pero suficiente con escucharlo para reconocer que eso tiene presencia en su resonancia. Esquematizando estos
conceptos previos, tendríamos:
Repetición – Escritura
Identificación – Fijación
Síntoma- inscripción – repetición
Avanzando en esta línea centramos
la idea fundamental: lo real es un
imposible que no cesa de no inscribirse.
El síntoma tiene dos caras: una
relativa a la verdad y otra respecto a lo real (a su esencia, revelada por la
repetición) por lo cual al interpretarlo y aliviarlo en su repetición no implica
la desaparición del mismo, en la clínica comprobamos que el síntoma retorna por
lo que tiene de real. Aquí nos encontramos con la paradoja de la “cura”, pues
más allá del síntoma encontraremos los restos
sintomáticos, aquellos que no pueden reducirse con el sentido porque están
dirigidos a un imposible, a ese real que insiste en no inscribirse en el
sujeto. Con estos restos sintomáticos Freud
se topó con lo real del síntoma, con el fuera-de- sentido-del-síntoma.
Además de ser un acto inútil, involuntario
en forma consciente, que implica una queja porque hace sufrir, impone un gasto
anímico, empobrecimiento personal y paraliza en las cuestiones vitales de la
vida; el síntoma queda distinguido de las otras formaciones del inconsciente por su persistencia, repetición y su
vuelta incesante. El lapsus, sueño, chiste, etc, -las otras formaciones- son
fugaces y tienden a la evanescencia y al olvido. Asomamos así -por su
insistencia y presencia- a la primera posibilidad que nos brinda el síntoma: la
interpretación
En la primera cara del síntoma, la
interpretable en relación a la verdad del sujeto en su decir, como analistas alentaremos
aproximar el ser del sujeto al
inconsciente, descifrar la virtualidad de lo reprimido de ese ser-del-pasado
contando con posibilidad potencial de la palabra. Nos encontramos así con la firmeza
del lenguaje como aquel que tiene por función de crear un ser que no existe. O sea
que el lenguaje crea al ser mismo.
Partamos de algo muy elemental para pensar en psicoanálisis: el lenguaje, allí
es donde se juega el despegue de la práctica. Dejamos de ser un organismo
porque el lenguaje nos atraviesa para construir un cuerpo, y, como diría Lacan,
tenemos un cuerpo, no somos un cuerpo. Los efectos del
lenguaje –estructuralmente- nos coloca en la posibilidad de ser humano, distinguiéndonos de todo el
resto universal de los seres vivos (plantas, animales, microrganismos, etc.)
Pero en esta inscripción estamos
hablando de escritura, no sólo de la
instrumentación de la palabra.
Del ser a la existencia/ del Otro al Uno
Si releemos la obra de Lacan descubriremos el pasaje del ser a la existencia como los hitos fundamentales de sus dos clínicas. Esto
nos plantea posibilidades distintas de trabajo en psicoanálisis. Un primer
momento, en dónde la oportunidad la tendremos con el inconsciente transferencial, allí –el momento más freudiano- podremos
operar con el desciframiento del sentido, hasta cierto punto y momento. Es el
tiempo de la interpretación, la reducción: repetición-convergencia-evitación,
como movimientos operatorios de un análisis para pensar un inconsciente de
superficie y dinámico, es decir, que está en el discurso (y no como un
continente oscuro a abreaccionar catárticamente), sino que hay una movilidad
que la lógica modal permite que se exprese. Así, de esta manera, al pensar el
síntoma como función del escrito es que no
deja de escribirse como un movimiento inconsciente, sino que se escribe virtualmente cada vez. Potencialmente
–si las condiciones de un análisis lo permiten-, el paciente obtendrá alivios,
cambios, reducción de su goce sintomático; todo esto no es poco, pero ¿es
suficiente?
El pasaje del ser en falta al real de la existencia es un momento crucial en un análisis, nos
coloca como analistas en una operatoria más difícil, delicada y con mayores
desafíos de escuchar, y de leer ¿qué?: la escritura de un síntoma. Estamos en
límites más complejos, nos enfrentamos en el terreno de lo más real del síntoma,
será el inconsciente real con el cual
tendremos que operar. Y aquí es dónde las sesiones breves, recortando
puntualmente la escucha, eliminando sentido, son nuestros mayores aliados, esto
es “que el nivel del ser necesita un más
allá” dice Miller.
Entonces ¿Qué posibilidad tenemos
en nuestro trabajo psicoanalítico con algo que no puede reducirse? (recordemos
la preocupación freudiana por la persistencia
pulsional en Análisis terminable e interminable). En principio diremos que
esta pregunta plantea una “puesta al día” de la práctica freudiana, “ir más
allá” es contar con la valentía de anticiparnos en un saber acerca de la
imposibilidad de curar: siempre habrá un real como resto sintomático. Esto no
nos hace más cobardes a la hora de tratar con una “causa perdida”, sino reconocer
de antemano que hay un real irreductible que no se ajustará a las conveniencias
del sentido del paciente, menos del analista, menos aún del “sentido común”.
Esta problemática segunda cara
del síntoma es aquella que no permite ser tomada por el desciframiento del
sentido, ¿Qué hacer en esa etapa de un análisis?, ¿Cómo encontrar un real?,
¿Cómo confrontar al paciente con el goce
del Uno?, ¿Cómo escuchar fuera del sentido, cuando el sentido mismo convoca
al sentido? Es un período en dónde nos encontramos con un ser que no sería de lenguaje, está más allá de los equívocos del
lenguaje, por lo cual se diluyen las posibilidades de sus efectos y el sujeto
de la palabra ya superó el desciframiento y el sentido, aquí nos encontramos
con lo real del síntoma, un síntoma fuera del sentido.
Este es el trabajo al que el
campo lacaniano nos convoca actualmente: a leer
un síntoma más allá del sentido. La interpretación, inicialmente lee el
síntoma apostando a su reducción –una cita entre el cuerpo y el significante-
por lo cual hay que transcurrir en la dialéctica del deseo, no obstante se nos
presenta la dificultad de despojarnos de «los cantos de sirenas», de la verdad
que ese mismo desciframiento promete traspasar la fijeza del goce para ingresar
a las tinieblas de lo real. En cambio, en un segundo tiempo, nos encontramos
con los restos sintomáticos que representan
los orígenes del sujeto mismo, aquello que nunca podrá ser reducido en un
análisis, es un acontecimiento corporal originario que tiene permanencia y se
reitera a sí mismo sin parar. Es algo que
no cesa de no inscribirse, es la insistencia interminable del Uno, lo real mismo
que nos desafía a la lectura del síntoma fuera del sentido.
En el tramo final de un análisis la repetición ya no es igual, cambia
de estatuto, es iteración de goce, o
sea la forma más reducida, singular y posible para el paciente, su sinthome, la condición última de su
goce, algo con lo cual –fuera del sueño de la felicidad- tendrá que poner a
trabajar y hacer algo con ese irreductible de su existencia.
(**) El concepto de
Uno
está desarrollado por Lacan en el Seminario 19 (…Ou pire), es el
significante de la inexistencia, su símbolo será el cero (0) que representa la
inexistencia de la verdad como del goce puede no existir, como el cero, que sí
existe. Debemos distinguir entre aquello que no tiene existencia (la nada) que
puede designarse como cero, y el cero en tanto como número entero (símbolo de
la inexistencia) necesario para fundar la serie de los número enteros y para
fundar el Uno como número predecesor tal como lo demostró el matemático Fregue
quien funda el Uno como sucesor del primer cero (no idéntico a sí mismo, o la
nada).
El concepto de Uno
no es el unario, precisamente
distingue lo uniano de lo unario, esta dualidad del cero muestra
que la repetición como rasgos unarios son la repetición del Uno de la
inexistencia, un real que escapa a todo intento de simbolización.
(1) Esta idea está más esclarecida en Notas sobre la pizarra mágica
(1925)
(2) Sistema formal que intenta capturar el comportamiento deductivo de algún grupo de expresiones que califican la verdad de los juicios.
BIBLIOGRAFIA
- Sigmund Freud- Carta 52. Amorrortu.
Editores. Tomo I
- Sigmund Freud- Conferencia 23.
Amorrortu. Editores. Tomo XVI
-
Sigmund
Freud - Inhibición, síntoma y Angustia. Amorrortu Editores. Tomo XX
- Sigmund Freud - Más allá del principio del placer.
Amorrortu Editores. Tomo XVIII
- Sigmund Freud - Notas sobre la pizarra mágica.
Amorrortu Editores. Tomo XIX
- Sigmund Freud - Estudios sobre la histeria.
Amorrortu Editores. Tomo I
- Jacques-Alain Miller – Seminarios no editado
del año 2010 y 2011. Versión On line de la ELP
-
Jacques-Alain
Miller – El hueso de un análisis.
-
Jacques
Lacan- Seminario 23, El Sinthome. Ed. Paidos
- Jacques Lacan- Seminario 20, Aun.
Ed. Paidos
-
Jacques
Lacan- Seminario 19, …Ou pire (versión de la Escuela
Freudiana de Buenos Aires)
-
Conferencia de Jacques-Alain Miller en la clausura de PIPOL 5, en
Bruselas, el 3 de julio de 2011
- Samuel Basz – El
objeto aire, y otras intervenciones en psicoanálisis. Ed. Grama
- Notas y desgrabaciones
tomadas del Seminario de Olga Molina durante el año 2011 en la Escuela de
Orientación Lacaniana de Buenos Aires.