La vigilancia de la postmodernidad y la servidumbre voluntaria
Comentario
del Libro Vigilancia líquida, de Editorial Paidós (Colección Estado y
Sociedad) Autores: Zygmund Bauman y David Lyon
Por José Mendez (*)
(...) La gran obra del poder
consiste en hacerse amar (...)
Pierre Legendre
Las perspectivas que otorga el ciberespacio
con nichos de libertad no contemplados por los estados abren amenazas no
advertidas. Así, la vigilancia líquida
muestra la colisión deontológica –es decir, las normas de ética pública- que se
produce, por un lado, entre las libertades civiles que implica no ser
interferido por el Estado y sus autoridades en nuestros espacios vitales y de
privacidad y, por el otro, la seguridad propia y del Estado en la prevención delictual
y el terrorismo. Acerca de este choque y sus consecuencias trata el libro Vigilancia líquida.
George Orwell creó en su novela 1984 el personaje del “Gran hermano”, un
ente enigmático y desconocido que aparece en pantallas televisivas y murales de
carácter omnipresente, controla todo sin mostrarse personalmente y sin mencionar
su nombre real; es una invención política que infunde temor, respeto y
confianza, digitando la historia de los acontecimientos a su conveniencia de
dominación. Idea muy aproximada a otra, aún mayor –como modelo-: el panóptico.
Este “instrumento de vigilancia”, tipo Gran Hermano es decisivo –según mi
óptica- en el desarrollo del libro que comentamos en estas páginas.
David Lyon y
Zygmunt Bauman realizan un diálogo o “entrevista” a distancia –vía mail-, ambos
sociólogos; uno es director del Centro de Estudios de Vigilancia, profesor en la
Universidad de Queen en Kingston,
Ontario, CanadáG e investigador de la sociedad
de la información, la globalización, la secularización y la
postmodernidad. Es co-editor de la revista de Vigilancia y
Sociedad, Editor Asociado de la Sociedad de la Información y miembro del
consejo editorial internacional de una serie de publicaciones académicas e
interesado en las consecuencias sociales de las grandes transformaciones del
mundo actual. Bauman, filósofo y conocido por desarrollar el concepto de
«modernidad líquida», idea, esta –es necesario aclararlo- que sobrevuela todo
el libro, como así también el concepto de panóptico.
La modernidad líquida es un concepto referido a una sociedad sin formas y en
trasformación constante, fluye, sin pautas estables ni predeterminadas, así, lo público
comienza a ser inexistente como sólido (en contrapartida de lo líquido) por lo cual
la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso de las mismas caen
sobre el mismo sujeto. Esto impuso cambios sustanciales, sin una entidad fija; maleable y voluble lanza
a la invención permanente de máscaras para sobrevivir en un mundo cada vez más
globalizado, así se unen los conceptos de vigilancia
en el postmodernismo y de sociedad
líquida.
El otro concepto decisivo, en el desarrollo
del libro, es el panóptico, creación de Jeremy Bentham (abogado y filósofo
inglés), fundador -entre otras muchas cosas- de la doctrina utilitarista se
ocupó de reformar penitenciarias,
elaborando, por encargo de Jorge III, un modelo de cárcel (el Panopticon) en la cual se vigila todo,
desde un punto, sin ser visto. Una mirada vigilando y cada uno, sintiéndola
sobre sí hasta el punto de interiorizarla y vigilarse a sí mismo (algo
extensible a las fábricas por lo cual todas las cárceles y escuelas a partir de
aquella época se construyeron con el modelo panóptico de vigilancia).
En el caso del panóptico carcelario se coloca
a un vigilante observar (-opticón) a todos (pan-) a los
prisioneros sin que éstos puedan saber si están -o no- siendo observados. La
estructura de la prisión incorpora una torre de vigilancia en el centro de un edificio angular dividido en celdas y cada una de
ellas tiene una superficie tal que permite dos huecos, uno exterior, para la
luz y otro interior dirigido hacia la torre de vigilancia. Los ocupantes de las
celdas aislados por paredes y expuestos a la vigilancia colectiva e individual
de una persona oculta en la torre estratégicamente construida para evitar
destellos de luz o ruidos que pudieran delatar la presencia de un observador.
Diseño barato y de pocos vigilantes que no pueden ser vistos, sin necesidad que
estuvieran observando todo el tiempo.
La idea del panóptico es desarrollada en el
estudio de las sociedades modernas por Michael Focault en su libro Vigilar y Castigar, dónde este autor
conecta la vigilancia con la disciplina
y la seguridad hasta el punto en que
“la seguridad” es la vigilancia como un conjunto de aparatos y técnicas de
rastreo siempre mejorados en un mundo en riesgo. Y lo más sustancial del tema
es que llega a sostenerse que: (…) asumimos
que debe haber una razón para ello que nos beneficia (…) [sic]. A partir de
Focault, la vigilancia pasó a constituir un rango de patrón universal de poder
y dominación, y, en última instancia, de orden social.
En este caso, la idea del panóptico es
aplicada y discutida, entre Lyon/Bauman en varios pasajes del libro y ajustada
al concepto de la vigilancia tecnológica. Ambos autores resisten y cuestionan
las tendencias que convirtieron a la inseguridad en una categoría decisiva. La vigilancia es la seguridad proveniente de una configuración
social y política más amplia ligada al riesgo y la incertidumbre, y no puede
entenderse como un simple avance tecnológico aplicado, hay intenciones de mercado, de dinero, y
finalmente del poder político de los estados más poderosos.
El
libro y su contenido
La lectura del libro nos lleva a reconocer
rápidamente el lugar que ocupa Facebook, Google, Yahoo, etc.-por mencionar los
más populares- en nuestra vida cotidiana y la exposición permanente a la que
somos tomados en la era de Internet, una revolución sin dudas, pero con
consecuencias para nuestra subjetividad. Lo sepamos o no, estamos exponiendo
gran parte de nuestra vida privada a los ojos de un Gran Hermano que sabrá utilizarla
cuando más le convenga. Una nueva forma de dominación que se hace amar por
todos los usuarios: somos vigilados permanentemente y utilizamos estas
herramientas sin conocer el total alcance que tienen aún. Lamentarse con “todo tiempo pasado fue mejor” queda para aquella generación que no
conocía Internet, pero en estas generaciones nacidas con este monstruo
incorporado en tecnología actual, no cuenta; no obstante, queda para la reflexión
personal cómo se administrará la pérdida del secreto de cada quien.
Pero ¿qué se vigila?, como principio general:
es por seguridad, ¿de qué?, ¿que los seres humanos no se conviertan en lobos de
otros hombres y terminen comiéndose unos a otros?, ¿o un modelo de poder
económico? Estas preguntas recorren el libro, y quizás su aporte fundamental lo
encontremos al advertir las consecuencias colectivas y singulares del avance
tecnológico, es decir, la tecnología es el reflejo de una cultura (desde un
hacha construida con piedras hasta los drones)
que traen aparejada consecuencias en la subjetividad de cada época.
El libro traza cierta ética crítica
comparativa con otros momentos, pero no se desgasta en la queja, sino que
avanza sobre los temas más comprometidos de las consecuencias tecnológicas
dentro del mundo globalizado. La visión de Bauman sostiene una concepción muy
lúcida del tema de la vigilancia y la postmodernidad que se deriva a otras
cuestiones colaterales vinculadas a las consecuencias sociales. Todo el libro
está documentado con las más recientes y destacadas opiniones mundiales en
materia de sociología, geopolítica, ética y política.
En concreto, la vigilancia líquida, definida por ambos autores, es aquella que
acompaña a los tiempos líquidos y que conllevan los rasgos característicos de
la liquidez contemporánea. Nos controlamos a nosotros mismos para intentar
hacer que en nuestra vida el temor sea lo más soportable posible, pero en cada
intento de obtenerlo se producen nuevos riesgos y nuevos miedos.
Quizás una idea que también está implicada
en el texto es la distancia, como una
de las cuestiones que hizo más impactante el desarrollo tecnológico del siglo
XX es la posibilidad de actuar a distancia, con todos los efectos de
despersonalización, deshumanización, y robotización de las conductas humanas
que hacen de las vidas –y de las muertes- un número o un código de trabajo para
los operadores en el caso de las vigilancias policíacas o de guerras.
Entrecruzamientos
Mientras leía el libro de referencia -
Vigilancia líquida- no dejaba de resonar el ensayo freudiano El
malestar en la cultura (Capítulo VIII), y esa analogía del Superyó
implantada en la cultura. Si pensamos
en un entrecruzamiento “psi” posible, la lectura del libro nos remite –en algún
aspecto- al concepto de Superyo desarrollado por Sigmund Freud que en una de
sus páginas escribe:
(…) La analogía entre el proceso cultural y la
vía evolutiva del individuo puede ampliarse en un aspecto sustantivo. Es lícito
aseverar, en efecto, que también la
comunidad plasma un superyo, bajo cuyo influjo se consuma el desarrollo de la
cultura. Para un conocedor de las culturas humanas sería acaso una
seductora tarea estudiar esta equiparación en sus detalles (…)
Escrito en 1930, Freud nos demuestra que tenía un
pensamiento intuitivamente futurista y esclarecido acerca de esencia del
inconsciente y la sociedad. Los seres humanos estamos regidos de una u otra
forma -singular y compartida- por el “deber ser” implantado por la excusa de la
convivencia. Un implante necesario para que la vida compartida se sostenga, y
así cada cultura, en su época, construirá sus propios modelos de control, poder
y vigilancia.
Algunas
conclusiones (siempre
incompleta)
Más allá de cualquier demonización de la
tecnología de la época, es la que nos toca vivir, imparable y creciente, que
por momento complace y resuelve cuestiones impensadas hasta su aparición. Nos
queda reflexionar acerca de la pérdida de la intimidad, la privacidad y la
invasión desmedida del mercado y el asentimiento
subjetivo respecto a estos modelos tecnológico, sin dejar de contemplar las
telarañas del poder (económico, político, etc.)
Por el momento la profecía de George Orwell
en su Gran Hermano parece no cumplirse tan sombríamente, pero habrá que
contrarrestar la vigilancia líquida con la posibilidad de una red social más
humanizada, menos mercantilista y más ética en todos sus recursos. Seguramente
será un debate que deberá abrirse en cada Estado y aun entre Estados de este
material tan sensible, sin formas que los nuevos tiempos nos proponen,
superpuesto a aquel viejo mundo que dejamos y que todavía destella.
Bibliografía
consultada
·
Freud,
Sigmund, El malestar de la cultura.
Amorrortu Editores, Obras completas, Tomo XXI
·
Freud,
Sigmund, El porvenir de una ilusión.
Amorrortu Editores, Obras completas, Tomo XXI
·
Bauman,
Zygmunt, Modernidad líquida. Fondo de
cultura económica
·
Bauman,
Zygmunt, El amor líquido. Fondo de
cultura económica
·
Focault,
Michel, Vigilar y castigar. Siglo XXI
Editores
·
Roger-PolDroit,
Entrevistas con Michel Focault.
Editrorial Paidós
·
Diáz, Esther,
Postmodernismo. Editorial Biblos
(*) Psicoanalista, docente universitario, Director Editorial de
Ediciones El Øtro.