SEMINARIO “El ser y el Uno”, Año 2011,
Jacques-Alain Miller
Referencias
acerca del Fantasma
PROPUESTA
El seminario
está construido a partir del eje imago-fantasma-sinthome, y nunca deja de rozar lo pulsional, cuestión que será
coronada con el concepto de sinthome,
asociado al de acontecimiento del cuerpo
y al Uno del goce. Tampoco abandona
las aproximaciones que invitan a releer el texto Análisis terminable e
interminable en dónde están contenido cada uno del ejes propuestos.
El tema que
sobrevuela todo el seminario es el sinthome
como final de análisis atravesando y aclarando términos de Lacan en un contexto
de ideas centrales.
Hemos aislados
solamente el eje del fantasma y los conceptos más sobresalientes que recortan,
aclaran y reorientan su dirección hacia el final de un análisis, al concepto
del sinthome, siempre partiendo desde
una posición imaginaria. Así se unen esos tres momentos de la travesía de un
análisis.
Clase III
Salud, cura,
experiencia y revelación ontológica
Lacan sustituye el término cura
por el de experiencia pues en un
análisis se derivan consecuencias singulares, de esta forma deshecha el
concepto de “recuperación de la salud”, colocando el término –experiencia- como un proceso único, más
allá de los efectos terapéuticos que podrían desprenderse.
El énfasis está puesto en las consecuencias derivadas de un análisis que
confluyen en el fantasma y en su consecuencia final: el pase. Este concepto final lleva a uno anterior, el
atravesamiento de un atascamiento subjetivo: el atravesamiento del fantasma.
Define, entonces, al fantasma
como aquello que se interpone entre el sujeto y lo real, entre el sujeto y su
ser de sujeto –derivada de la pregunta ¿quién
soy yo?-. Esta pregunta que opaca al sujeto –representada por una
equis (x)-, es la clave que precipitaría a un sujeto al análisis, mostrando así el mayor efecto de
la práctica analítica: una revelación
ontológica.
Pantalla y ventana
Dos valores del
fantasma a confrontar y citando a Lacan –modificando su frase original, dice
que el fantasma es aquello
donde se constituye para cada uno su ventana a lo real, por lo tanto el fantasma
es una función subjetivizada, singularizada de lo real, desprendiéndose
que lo real es para cada
uno.
La frase citada
por Miller es la siguiente: (…) En este
viraje en que el sujeto ve zozobrar la seguridad que obtenía de ese fantasma
donde se constituye para cada uno su ventana sobre lo real, lo que se vislumbra
es que el asidero del deseo no es otro que el de un deser. (…).(Página 272, Jacques Lacan Otros Escritos, Paidós, 2012)
Respecto a lo real para cada uno,
para Lacan queda afirmado como que la posición del sujeto se asegura a partir
del fantasma, esa sería la ventana singular a atravesar, a trascender, una
travesía que no es freudiana y tiene efectos epistémicos en el final de un
análisis.
Los efectos
epistémicos del atravesamiento del fantasma
-
Desconcierto y desarraigo: el sujeto reconoce que la organización y categorías de su mundo, es eso: su mundo propio.
-
Deflación del deseo: El deseo no captura ningún ser, sino que él mismo ser funda el esplendor
de ese deseo a través de una investidura libidinal. Citando a Lacan, entonces,
la captura del deseo demuestra un deser, un
ser que se desconocía y relevado de esa calidad. Se desvanece el carácter agalmático y queda sólo una esencia
desvanecida, una significación disipada que envolvía aquel deseo. La pompa de
ese deseo, es sólo goce.
- Metamorfosis: Se distiende y
rompe ese lazo con el SSS y al ser del
deseo sobreviene un ser de saber.
Se disipa el fantasma demostrando que el
deseo se sostiene de no saber qué lo causa. Habría, por lo tanto, un fin de
análisis cuando el deseo pasa al saber –el pase-,
no obstante hay un más allá de esto, un más allá del momento de concluir: el sinthome; pues el ser del goce se rebela
al saber. La relación goce-sentido no promueve ningún atravesamiento.
Kant, Lacan y el Fantasma
Miller concluye,
en esta clase, que Lacan
asigna al fantasma el rol de esquema
entre la receptividad del goce y la espontaneidad del juego de los
significantes. Esta conclusión se aclara con el paralelismo entre Kant
–desde Crítica de la razón pura- y
Lacan –como la convergencia en el
fantasma-.
·
Por el lado de Kant
Kant en el conocimiento diferencia dos fuentes: sensibilidad como una sensación supuestamente primaria y entendimiento como la posibilidad de los
conceptos que generalizan lo recibido vía la intuición subjetiva.
Establecidas estas diferencia y tomando los dos extremos del fantasma
Miller los acomoda así: del lado del Sujeto ($) tenemos
intuición, imaginación, receptividad, sensibilidad y esquema; y del lado del objeto
a, entendimiento concepto y espontaneidad.
- El
conocimiento –según Kant- conjuga la intuición
y el concepto, en el caso de la intuición como es un registro percibido
del exterior, es receptividad e
implica espontaneidad, de esta forma nos lleva a pensar cómo se
complementan entendimiento y sensibilidad a lo cual Lacan dice que
es un atascamiento en la circulación.
- Así,
Kant propone al esquema como un
mediador entre la intuición y el concepto, surge, entonces el esquematismo (poder del alma): arte
oculto en las profundidades del alma humana
Miller dirá que
este esquematismo es elemental pues
está asignada a la imaginación, se trata de que los conceptos encuentren su
intuición, como imágenes del concepto debiendo presentar por sí mismas las
regla de sus cambios.
·
Por el lado de Lacan
El goce siempre estará ligado a un primer acontecimiento con valor
traumático de lo cual dependerá su sensibilidad a la forma en que registra al
otro, esto hace que el término receptividad
se relativice.
La espontaneidad, entonces, está en relación al juego de significantes, no
es del orden del sujeto, por lo cual es el fantasma el que une dos elementos
heterogéneos:
- El
Sujeto barrado ($) que depende del significante
- El objeto a es producto de una escritura
imaginaria a la que, luego, se le atribuirá un valor real.
Clase IV
La función nodal del fantasma
Miller se
disculpa en su seminario por haberse encaminado por el terreno fangoso –para
muchos analistas- de la filosofía, debido a su formación, no obstante,
insistirá en lo que intentó zanjar en la clase anterior: la función nodal del fantasma.
El fantasma fue
abierto por Lacan como una anudamiento entre lo simbólico e imaginario como la
ventana subjetiva a lo real, a partir de lo cual el sujeto ordena su vida, una
matriz de realidad para él mismo.
Cuando se refiere a lo “nodal”, como nudo, asigna
esta función al losange –una forma de
relación entre dos términos- para nombrar lo
posible, es decir, hay una relación constatable entre dos términos –Sujeto y
objeto- y la interpenetración entre esos registros –Simbólico ($) e Imaginario (a)-
Dos órdenes
¿Cómo distinguir estos dos órdenes?
–Simbólico e Imaginario– Con “Pegan a un niño” se demuestra cómo
una frase se articula con una representación imaginaria, los dos registros distintos
interpenetrados, y con fronteras imprecisas debido a que lo imaginario abarca
todo cuanto es representación.
El concepto de sujeto barrado ($) es construido por Lacan desde de la
noción de negación, como vacío, negación de la substancia o
del ser, por lo cual ofrecido a identificarse.
El concepto de objeto a, en su paréntesis abarca todas las formas imaginarias de
interés que cautivan al sujeto respecto de su deseo desde su propia imagen en
el espejo y, desde allí, todo lo que sea imagen.
El objeto a
Más arriba señalamos el aspecto de fronteras imprecisas entre los dos
órdenes debido a que lo imaginario tiene la extensión de la representación. Para Lacan,
inicialmente, el objeto a es
imaginario. Imaginario, pues es un velo de aquello que depende de lo simbólico,
y porque en las imágenes, la operación de negación,
no funciona.
El estatuto del objeto a cambia cuando lo real viene a inscribirse por encima de lo
simbólico, allí, el objeto a, toma su
valor de real.
Atravesamiento
Para Lacan, la idea de atravesamiento
depende de un ordenamiento imaginario que, de alguna forma, muestra que hay una
pantalla del fantasma que puede ser
traspasada en dirección a la nada, o
como castración simbólica, o como no hay relación sexual; por lo cual podríamos
pensar que el semblante fálico está en el mismo origen del fantasma, no
obstante el semblante no es real, sino el goce. Si bien el atravesamiento del fantasma resuelve el
problema de la verdad –nivel del “eso habla”, queda lo real –nivel de “eso que se goza”-.
Otra forma de
decirlo es que el pase es una
respuesta sostenida en la reducción de la apuesta fálica del fantasma a lo
planteado por Freud en Análisis terminable e interminable,
Parte VIII, Tomo XXIII, Página 251 (…) Tanto
en los análisis terapéuticos como en los de carácter es llamativo el hecho de
que dos temas se destaquen en particular y den guerra al analista en medida
desacostumbrada. No pasa mucho tiempo sin que se reconozca lo acorde a ley
que ahí se exterioriza. Los dos temas están ligados a la diferencia entre los
sexos; uno es tan característico del hombre como lo es el otro de la mujer. A
pesar de la diversidad de su contenido, son correspondientes manifiestos. Algo
que es común a ambos sexos ha sido comprimido, en virtud de la diferencia entre
los sexos, en una forma de expresión otra. (…)
El término atravesamiento tampoco resuelve nada de lo planteado por Freud en Inhibición,
síntoma y angustia, Tomo XX, página 143: (…) Es muy de lamentar que siempre quede insatisfecha la necesidad de
hallar una “causa última” unitaria y aprehensible de la condición neurótica
(…); “causa última” referida a nivel del Ello
como automatismo de repetición en dónde queda capturada la pulsión.
Suma, a lo anterior, lo planteado
en Inhibición, síntoma y angustia, Tomo
XX, página 156: (…) En la medida en que
esta exigencia pulsional –reivindicación, reclamación- es algo real {Real}, puede
reconocerse también a la angustia neurótica un fundamento real (…)
Clase IX
Más allá
de Freud
En
Freud, la fijación no ocupa el primer
plano, aun cuando el término represión se base en la fixierung como una pulsión retenida en un cierto punto. Para Lacan el Uno y el goce está
fundamentada en este término fixierung.
De esta forma el Uno del goce vuelve
siempre al mismo lugar, por lo tanto, causa de lo real. Lacaniamente hablando,
esto ocupa el primer plano pues la práctica clínica contemporánea (sic), se extiende más allá de Análisis terminable e
interminable, se prolonga hasta que analisante se encuentre en lucha
con la fijación.
Miller señala que la ambición de Lacan
era forzar el límite freudiano sustentados en la relación de los sexos (Parte
VIII de Análisis terminable e interminable) y este forzamiento se
plasma en: el pase y la fórmula de la sexuación.
Lo real
en el fantasma
En
un primer momento Lacan intentó forzar la reducción del fantasma al pase por lo cual el fantasma ocupó el
lugar de lo real, su analogía es lo
que él mismo denominó fantasma
fundamental suponiendo que la palabra ejercía esos efectos; así promueve el
término axioma como lugar de lo real,
es decir el fantasma como axioma de los
síntomas; en el sentido de cómo aquello que se mantiene constante en los
distintos síntomas que se padecen.
Esta referencia de Jacques Lacan está en
Otros
escritos, La lógica del fantasma-
Reseña del Seminario de 1966-1967-Página 346/7 en dónde dice: (…) El fantasma, para tomar las cosas en el
nivel de la interpretación, cumple allí función de axioma, es decir, se
distingue de las leyes de la deducción variables, que especifican en cada
estructura la reducción de los síntomas, por figurar allí bajo un modo
constante. El más mínimo conjunto, en el sentido matemático del término, enseña
bastante al respecto como para que un analista, ejercitándose en el, encuentre
allí su semilla. Así devuelto al teclado lógico, el fantasma le hará experimentar mejor aún el
lugar que tiene para el sujeto. Es el mismo que el que el teclado lógico
designa, y es el lugar de lo real (…)
La
característica de fundamental se une con lo
real, pues no se interpreta, sino que sirve para la interpretación,
formulada en función del fantasma que juega como un real. Entonces, esta constancia del axioma es la condición fija
del Uno del goce.
Caída
del objeto a
Lacan –en el texto citado- hace
referencia a la deducción cuando dice
las leyes de deducción variable en
oposición a lo constante del axioma. Y, en este sentido, quebrar la fórmula
del fantasma –que él demostró- implica la destitución subjetiva y la caída del objeto a pues -aquello que hace caer al
sujeto en el mismo lugar- pues lo libera de la constancia concentrada en el a.
Y es a partir de estas leyes de deducción lo que permitiría esa caída.
Lacan ubica entonces –al decir: hay algo de real en el fantasma- al objeto a en el plano de lo real –dirá: el objeto a es real-, destituyéndolo de
lo imaginario. En síntesis: el
objeto a en el fantasma es real
porque es constante y fija a sujeto en el sentido de la fixierum freudiana.
La
experiencia “contemporánea” del análisis
Cuando Miller dice la “clínica contemporánea” se refiere a que Freud
observa esa problemática, en ese momento, época y lugar; y que no es la clínica
que recepciona este tipo de síntomas hoy, basta con releer el texto freudiano (Parte
VIII de Análisis terminable e interminable) para advertir esta
diferencia.
El stop
and go indicado por Freud, no es una experiencia actual, pues el analisante
se encuentra en lucha con aquello que de su goce no produce sentido, permaneciendo
con el Uno del goce más allá de la
caída del objeto a.
Clase X
Simbólico e Imaginario
Con la
instalación del concepto de fantasma –antes: jaula del narcisismo-, a partir sostener al goce como perfil del objeto a –representando el Das Ding freudiano-, resultando
manejable en un análisis, simultáneamente lo reconoce como una dificultad en el
proceso, aun como la cima de la pirámide. Así el fantasma se asocia al sujeto de la palabra y el goce
bajo la sombra del objeto a.
Entonces el fantasma será una conjunción de los simbólico e imaginario –los dos
producen sentido- en el fantasma, como una formación que nos remite a una
escena en dónde se articula la castración imaginaria, por lo tanto un goce
imaginario y significativo.
Jaula del narcisismo
Es un concepto
de la primera época en el que el sujeto de la palabra se encuentra capturado de
los espejismos del goce, de ello tendrá ese sujeto que liberarse en el que
recuperaría su libertad coagulado en el goce imaginario. Se aúna así, lo que en
un momento Lacan hubo designado como fantasma
fundamental señalando la relación del sujeto de la palabra con el goce, lo
que –en definitiva- ocupó el centro del escenario en toda su obra: primero como
narcisismo –Imaginario-, luego con el fantasma –Simbólico- y finalmente como
Real; y con esto último se detiene la idea de la supuesta liberación del
sujeto. Será la fuerza
pulsional como la incidencia fundamental del goce.
Clase X
La causalidad simbólica: lugar del
fantasma
Llegando a la
recta final de su seminario Miller se aboca a definir las causalidades, sin abandonar su formación de filósofo, retoma
Descartes en la Tercera Meditación
para justificar el concepto de causalidad
durante el transcurso de un análisis.
Describe tres
causalidades –coherente con el eje imago/fantasma/sinthome–: causalidad imaginaria, simbólica y real.
En la casualidad
simbólica, el efecto mayor es el fantasma, una entidad situada como imaginaria
pero articulada por el significante, es decir un elemento imaginario vehiculizado
por el discurso; una sucesión contingentes de accidentes significantes
Clase
XIV
Fantasma
= Ello + Formaciones del inconsciente
Acreditando, desde su perspectiva, una consistencia clínica arma una nueva
tripatición, organizada como: formaciones del inconsciente –con la cual
referencia los seis primeros seminarios de Lacan-, fantasma y sinthoma. El punto de llegada será
siempre el sinthome, consecuencia de
“Hay de lo Uno”, como antes –concepto
capital de un momento del desarrollo de la teoría- lo fue el fantasma.
Respecto a las formaciones del
inconsciente –sueño, lapsus, acto fallido, chiste e inconsciente-, en las
cuales se suponía una verdad disimulada, reprimida; una vez traducida demuestra
ser la verdad del deseo. Esto nos desplaza al fantasma, pero que no es una
formación del inconsciente y, como novedad, también implica el Ello freudiano.
El
objeto, la pulsión y el goce
Así, el fantasma es, simultáneamente, una producción del Ello y una formación del inconsciente,
pero sin responder totalmente al régimen de las otras formaciones. Para
lo cual, Lacan, en su seminario La lógica
del fantasma establece un régimen específico para el fantasma, como una
producción del Ello, el sinthome. De esta forma, en el fantasma se jugará la
verdad y el deseo –efectos significantes {significado} paralelamente a pulsión y goce. El
goce es muy diferente a la verdad, pues se sostiene en el cuerpo –autoerotismo para Freud- poniendo en escena el ida-vuelta
de la pulsión –Seminario XI-;
allí Lacan dirá que el objeto es el medio para la vía del retorno de la pulsión
sobre sí misma, lugar vacío por excelencia y sensible de ser ocupado por
distintos objetos.
Pero el objeto es la estaca que indica
el momento en que la pulsión da media vuelta por lo cual el cuerpo se goza e
indicando, así, la condición refleja del goce, cuestión esencial para
diferenciar en la práctica el deseo y la pulsión.
El
fantasma como una consistencia híbrida
En la formulación lacaniana: el deseo es el deseo del Otro muestra lo
esencial del enlace deseo y Otro, pero la pulsión es del Uno. El Otro no es una
condición de la pulsión, tiene carácter acéfalo
del Otro y del sujeto de la palabra. La pulsión de Uno indica la inexistencia
del Otro.
El
fantasma comprendido como una original consistencia –híbrida- clínica es el
resultado de una conjunción singular del deseo, de la pulsión, del inconsciente
y del Ello; representada
en la topología para revelar sus conexiones estas superficies de géneros
diferentes que pueden coserse y descoserse y revelarse en sus estructuras
diferentes. Esto permite a Lacan definir en el pase una posible disyunción a
nivel del fantasma.
SINTESIS
Miller, a través de distintas clases de su seminario,
aborda el fantasma como uno de los ejes que sobresale de su recorrido:
imago-fantasma-sinthome, no obstante
la meta es este último como la definición más contundente de Hay de lo Uno conjugada con el pase y el fin de un análisis, o de
aquello a lo cual no se le puede extraer más sentidos e itera en su goce
esencial de existencia.
Concluye, acercándose al tema del sinthome, que el fantasma es una construcción consistente de
esencia híbrida compuesta por el deseo, la pulsión, las formaciones de
inconsciente y el Ello freudiano. Es
esta mixtura la que permite un desmantelamiento de cada uno de estas capas
condensadas se desjunten y revelen el des-ser
del sujeto lanzándolo a la existencia.
En un recorrido histórico, aclaratorio y por momentos
enrevesado con la filosofía, desgrana el tema del fantasma agregando detalles
pulcros Define, entonces, al fantasma como la interposición entre el sujeto y lo
real, y también entre el sujeto y su ser de sujeto –derivada de la pregunta ¿quién soy yo?-, mostrando así el mayor
efecto de la práctica analítica es: una
revelación ontológica.
Luego, distingue dos valores del
fantasma: ventana y marco, entonces el fantasma la ventana a lo real de cada
sujeto, por lo tanto, lo real es para cada uno, esa ventana singular a atravesar, que tiene efectos epistémicos:
desconcierto y desarraigo, deflación del deseo y metamorfosis.
De la fórmula del fantasma
rescata al losange atribuyéndole una función nodal, asimilándola a el rol de esquema entre la receptividad y
el goce ensayando un paralelismo con Kant en Crítica de la razón pura. Esta función nodal, como nudo, una forma de relación entre dos
términos para nombrar lo posible, es
decir, una relación constatable entre dos términos –Sujeto y objeto- resultado de la
interpenetración entre los registros imprecisos (debido a que lo imaginario
abarca todo cuanto es representación
) –Simbólico ($) e
Imaginario (a)-. Estos dos
órdenes se revelan con “Pegan a un niño” cómo una frase se
articula con una representación imaginaria.
Aclara, también el cambio de estatuto del objeto a en la fórmula del fantasma: de
lo imaginario a lo real. Es decir que aquellas formas imaginarias cautivantes
es porque el sujeto partía de la noción de negación de la substancia, en cambio
al a, está galvanizada de esa operación de negación, y allí, posteriormente
toma su valor de real.
No puede faltar la idea de
atravesamiento –resolviendo el problema de la verdad con “eso habla”- de la
pantalla en dirección a la nada, lo cual nos revela el trasfondo del sinthome –nivel del “eso goza”. Aclara
esto, apelando a Freud en Análisis terminable e interminable e Inhibición, síntoma y angustia.
Dado que la meta es el sinthome, reflota la idea que para Lacan
el Uno y el goce están fundamentados en la fixierung
freudiana dado que un analisante se encuentre siempre en lucha con la fijación.
Argumento que lleva a Lacan a forzar una más allá de Freud con el pase y la fórmula de la sexuación.
Avanza con lo real del fantasma, que
aclara la idea del concepto de fantasma fundamental de Lacan, pues era el
axioma como el lugar de lo real en ese fundamentalismo, eso constante en el
síntoma que revela la condición fija del Uno
del goce. Aquí apela a la diferencia entre las leyes de deducción variable en oposición a lo constante del axioma
que en un análisis implica la destitución subjetiva con la consecuente caída
del objeto a que libera de la
constancia concentrada en lo real del a pues su constancia fija a sujeto
en la fixierum freudiana.
Llegando a la recta final de su seminario Miller se aboca
a definir y describir tres causalidades
–coherente con el eje imago/fantasma/sinthome–:
causalidad imaginaria, simbólica y real. Asi, el fantasma el efecto mayor de casualidad
simbólica, un elemento imaginario vehiculizado por el discurso como una
sucesión contingentes de accidentes significantes.
Comenzamos desde el final para señalar el recorrido,
desde lo específico, que aúna al fantasma con el sinthome mostrando las causas del relevo del ser a la existencia.