jueves, 5 de noviembre de 2015

LECTURAS & REFERENCIAS

SEMINARIO “El ser y el Uno”, Año 2011, Jacques-Alain Miller
Referencias acerca del Fantasma

PROPUESTA
El seminario está construido a partir del eje imago-fantasma-sinthome, y nunca deja de rozar lo pulsional, cuestión que será coronada con el concepto de sinthome, asociado al de acontecimiento del cuerpo y al Uno del goce. Tampoco abandona las aproximaciones que invitan a releer el texto Análisis terminable e interminable en dónde están contenido cada uno del ejes propuestos.
El tema que sobrevuela todo el seminario es el sinthome como final de análisis atravesando y aclarando términos de Lacan en un contexto de ideas centrales.
Hemos aislados solamente el eje del fantasma y los conceptos más sobresalientes que recortan, aclaran y reorientan su dirección hacia el final de un análisis, al concepto del sinthome, siempre partiendo desde una posición imaginaria. Así se unen esos tres momentos de la travesía de un análisis.

Clase III

Salud, cura, experiencia y revelación ontológica
Lacan sustituye el término cura por el de experiencia pues en un análisis se derivan consecuencias singulares, de esta forma deshecha el concepto de “recuperación de la salud”, colocando el término –experiencia- como un proceso único, más allá de los efectos terapéuticos que podrían desprenderse.
El énfasis está puesto en las consecuencias derivadas de un análisis que confluyen en el fantasma y en su consecuencia final: el pase. Este concepto final lleva a uno anterior, el atravesamiento de un atascamiento subjetivo: el atravesamiento del fantasma.
Define, entonces, al fantasma como aquello que se interpone entre el sujeto y lo real, entre el sujeto y su ser de sujeto –derivada de la pregunta ¿quién soy yo?-. Esta pregunta que opaca al sujeto –representada por una equis (x)-, es la clave que precipitaría a un sujeto al análisis, mostrando así el mayor efecto de la práctica analítica: una revelación ontológica.

Pantalla y ventana
Dos valores del fantasma a confrontar y citando a Lacan –modificando su frase original, dice que el fantasma es aquello donde se constituye para cada uno su ventana a lo real, por lo tanto el fantasma es una función subjetivizada, singularizada de lo real, desprendiéndose que lo real es para cada uno.
La frase citada por Miller es la siguiente: (…) En este viraje en que el sujeto ve zozobrar la seguridad que obtenía de ese fantasma donde se constituye para cada uno su ventana sobre lo real, lo que se vislumbra es que el asidero del deseo no es otro que el de un deser. (…).(Página 272, Jacques Lacan Otros Escritos, Paidós, 2012)
Respecto a lo real para cada uno, para Lacan queda afirmado como que la posición del sujeto se asegura a partir del fantasma, esa sería la ventana singular a atravesar, a trascender, una travesía que no es freudiana y tiene efectos epistémicos en el final de un análisis.


Los efectos epistémicos del atravesamiento del fantasma

-    Desconcierto y desarraigo: el sujeto reconoce que la organización y categorías de su  mundo, es eso: su mundo propio.

-    Deflación del deseo: El deseo no captura ningún ser, sino que él mismo ser funda el esplendor de ese deseo a través de una investidura libidinal. Citando a Lacan, entonces, la captura del deseo demuestra un deser, un ser que se desconocía y relevado de esa calidad. Se desvanece el carácter agalmático y queda sólo una esencia desvanecida, una significación disipada que envolvía aquel deseo. La pompa de ese deseo, es sólo goce.

-    Metamorfosis: Se distiende y rompe ese lazo con el SSS y al ser del deseo sobreviene un ser de saber. Se disipa el fantasma demostrando que el deseo se sostiene de no saber qué lo causa. Habría, por lo tanto, un fin de análisis cuando el deseo pasa al saber –el pase-, no obstante hay un más allá de esto, un más allá del momento de concluir: el sinthome; pues el ser del goce se rebela al saber. La relación goce-sentido no promueve ningún atravesamiento.

Kant, Lacan y el Fantasma
Miller concluye, en esta clase, que Lacan asigna al fantasma el rol de esquema entre la receptividad del goce y la espontaneidad del juego de los significantes. Esta conclusión se aclara con el paralelismo entre Kant –desde Crítica de la razón pura- y Lacan –como la convergencia en el fantasma-.

·       Por el lado de Kant
Kant en el conocimiento diferencia dos fuentes: sensibilidad como una sensación supuestamente primaria y entendimiento como la posibilidad de los conceptos que generalizan lo recibido vía la intuición subjetiva.
Establecidas estas diferencia y tomando los dos extremos del fantasma Miller los acomoda así: del lado del Sujeto ($) tenemos intuición, imaginación, receptividad, sensibilidad y esquema; y del lado del objeto a, entendimiento concepto y espontaneidad.
-    El conocimiento –según Kant- conjuga la intuición y el concepto, en el caso de la intuición como es un registro percibido del exterior, es receptividad e implica espontaneidad, de esta forma nos lleva a pensar cómo se complementan  entendimiento y sensibilidad a lo cual Lacan dice que es un atascamiento en la circulación.
-    Así, Kant propone al esquema como un mediador entre la intuición y el concepto, surge, entonces el esquematismo (poder del alma): arte oculto en las profundidades del alma humana
Miller dirá que este esquematismo es elemental pues está asignada a la imaginación, se trata de que los conceptos encuentren su intuición, como imágenes del concepto debiendo presentar por sí mismas las regla de sus cambios.
·       Por el lado de Lacan
El goce siempre estará ligado a un primer acontecimiento con valor traumático de lo cual dependerá su sensibilidad a la forma en que registra al otro, esto hace que el término receptividad se relativice.
La espontaneidad, entonces, está en relación al juego de significantes, no es del orden del sujeto, por lo cual es el fantasma el que une dos elementos heterogéneos:
-  El Sujeto barrado ($) que depende del significante
-  El objeto a es producto de una escritura imaginaria a la que, luego, se le atribuirá un valor real.

Clase IV

La función nodal del fantasma
Miller se disculpa en su seminario por haberse encaminado por el terreno fangoso –para muchos analistas- de la filosofía, debido a su formación, no obstante, insistirá en lo que intentó zanjar en la clase anterior: la función nodal del fantasma.
El fantasma fue abierto por Lacan como una anudamiento entre lo simbólico e imaginario como la ventana subjetiva a lo real, a partir de lo cual el sujeto ordena su vida, una matriz de realidad para él mismo.
Cuando se refiere a lo “nodal”, como nudo, asigna esta función al losange –una forma de relación entre dos términos- para nombrar lo posible, es decir, hay una relación constatable entre dos términos –Sujeto y objeto- y la interpenetración entre esos registros –Simbólico ($) e Imaginario (a)-
Dos órdenes
¿Cómo distinguir estos dos órdenes? –Simbólico e Imaginario– Con “Pegan a un niño” se demuestra cómo una frase se articula con una representación imaginaria, los dos registros distintos interpenetrados, y con fronteras imprecisas debido a que lo imaginario abarca todo cuanto es representación.
El concepto de sujeto barrado ($) es construido por Lacan desde de la noción de negación, como vacío, negación de la substancia o del ser, por lo cual ofrecido a identificarse.
El concepto de objeto a, en su paréntesis abarca todas las formas imaginarias de interés que cautivan al sujeto respecto de su deseo desde su propia imagen en el espejo y, desde allí, todo lo que sea imagen.

El objeto a
Más arriba señalamos el aspecto de fronteras imprecisas entre los dos órdenes debido a que lo imaginario tiene la extensión de la representación. Para Lacan, inicialmente, el objeto a es imaginario. Imaginario, pues es un velo de aquello que depende de lo simbólico, y porque en las imágenes, la operación de negación, no funciona.
El estatuto del objeto a cambia cuando lo real viene a inscribirse por encima de lo simbólico, allí, el objeto a, toma su valor de real.

Atravesamiento
Para Lacan, la idea de atravesamiento depende de un ordenamiento imaginario que, de alguna forma, muestra que hay una pantalla del fantasma que puede ser traspasada en dirección a la nada,  o como castración simbólica, o como  no hay relación sexual; por lo cual podríamos pensar que el semblante fálico está en el mismo origen del fantasma, no obstante el semblante no es real, sino el goce. Si bien el atravesamiento del fantasma resuelve el problema de la verdad –nivel del “eso habla”, queda lo real –nivel de “eso que se goza”-.
Otra forma de decirlo es que el pase es una respuesta sostenida en la reducción de la apuesta fálica del fantasma a lo planteado por Freud en Análisis terminable e interminable, Parte VIII, Tomo XXIII, Página 251 (…) Tanto en los análisis terapéuticos como en los de carácter es llamativo el hecho de que dos temas se destaquen en particular y den guerra al analista en medida desacostum­brada. No pasa mucho tiempo sin que se reconozca lo acor­de a ley que ahí se exterioriza. Los dos temas están ligados a la diferencia entre los sexos; uno es tan característico del hombre como lo es el otro de la mujer. A pesar de la di­versidad de su contenido, son correspondientes manifiestos. Algo que es común a ambos sexos ha sido comprimido, en virtud de la diferencia entre los sexos, en una forma de expresión otra. (…)
El término atravesamiento tampoco resuelve nada de lo planteado por Freud en Inhibición, síntoma y angustia, Tomo XX, página 143: (…) Es muy de lamentar que siempre quede insatisfecha la necesidad de hallar una “causa última” unitaria y aprehensible de la condición neurótica (…); “causa última” referida a nivel del Ello como automatismo de repetición en dónde queda capturada la pulsión.
Suma, a lo anterior, lo planteado en  Inhibición, síntoma y angustia, Tomo XX, página 156: (…) En la medida en que esta exigencia pulsional –reivindicación, reclamación- es algo real {Real}, puede reconocerse también a la angustia neurótica un fundamento real (…)

Clase IX

Más allá de Freud
En Freud, la fijación no ocupa el primer plano, aun cuando el término represión se base en la fixierung como una pulsión retenida en un cierto punto. Para Lacan el Uno y el goce está fundamentada en este término fixierung. De esta forma el Uno del goce vuelve siempre al mismo lugar, por lo tanto, causa de lo real. Lacaniamente hablando, esto ocupa el primer plano pues la práctica clínica contemporánea (sic), se extiende más allá de Análisis terminable e interminable, se prolonga hasta que analisante se encuentre en lucha con la fijación.
Miller señala que la ambición de Lacan era forzar el límite freudiano sustentados en la relación de los sexos (Parte VIII de Análisis terminable e interminable) y este forzamiento se plasma en: el pase y la fórmula de la sexuación.

Lo real en el fantasma
En un primer momento Lacan intentó forzar la reducción del fantasma al pase por lo cual el fantasma ocupó el lugar de lo real, su analogía es lo que él mismo denominó fantasma fundamental suponiendo que la palabra ejercía esos efectos; así promueve el término axioma como lugar de lo real, es decir el fantasma como axioma de los síntomas; en el sentido de cómo aquello que se mantiene constante en los distintos síntomas que se padecen.
Esta referencia de Jacques Lacan está en Otros escritos, La lógica del fantasma- Reseña del Seminario de 1966-1967-Página 346/7 en dónde dice: (…) El fantasma, para tomar las cosas en el nivel de la interpretación, cumple allí función de axioma, es decir, se distingue de las leyes de la deducción variables, que especifican en cada estructura la reducción de los síntomas, por figurar allí bajo un modo constante. El más mínimo conjunto, en el sentido matemático del término, enseña bastante al respecto como para que un analista, ejercitándose en el, encuentre allí su semilla. Así devuelto al teclado lógico, el fantasma le hará experimentar mejor aún el lugar que tiene para el sujeto. Es el mismo que el que el teclado lógico designa, y es el lugar de lo real (…)
La característica de fundamental se une con lo real, pues no se interpreta, sino que sirve para la interpretación, formulada en función del fantasma que juega como un real. Entonces, esta constancia del axioma es la condición fija del Uno del goce.

Caída del objeto a
Lacan –en el texto citado- hace referencia a la deducción cuando dice las leyes de deducción variable en oposición a lo constante del axioma. Y, en este sentido, quebrar la fórmula del fantasma –que él demostró- implica la destitución subjetiva y la caída del objeto a pues -aquello que hace caer al sujeto en el mismo lugar- pues lo libera de la constancia concentrada en el a. Y es a partir de estas leyes de deducción lo que permitiría esa caída.
Lacan ubica entonces –al decir: hay algo de real en el fantasma- al objeto a en el plano de lo real –dirá: el objeto a es real-, destituyéndolo de lo imaginario. En síntesis: el objeto a en el fantasma es real porque es constante y fija a sujeto en el sentido de la fixierum freudiana.

La experiencia “contemporánea” del análisis
Cuando Miller dice la “clínica contemporánea” se refiere a que Freud observa esa problemática, en ese momento, época y lugar; y que no es la clínica que recepciona este tipo de síntomas hoy, basta con releer el texto freudiano (Parte VIII de Análisis terminable e interminable) para advertir esta diferencia.
El stop and go indicado por Freud, no es una experiencia actual, pues el analisante se encuentra en lucha con aquello que de su goce no produce sentido, permaneciendo con el Uno del goce más allá de la caída del objeto a.

Clase X

Simbólico e Imaginario
Con la instalación del concepto de fantasma –antes: jaula del narcisismo-, a partir sostener al goce como perfil del objeto a –representando el Das Ding freudiano-, resultando manejable en un análisis, simultáneamente lo reconoce como una dificultad en el proceso, aun como la cima de la pirámide. Así el fantasma se asocia al sujeto de la palabra y el goce bajo la sombra del objeto a. Entonces el fantasma será una conjunción de los simbólico e imaginario –los dos producen sentido- en el fantasma, como una formación que nos remite a una escena en dónde se articula la castración imaginaria, por lo tanto un goce imaginario y significativo.

Jaula del narcisismo
Es un concepto de la primera época en el que el sujeto de la palabra se encuentra capturado de los espejismos del goce, de ello tendrá ese sujeto que liberarse en el que recuperaría su libertad coagulado en el goce imaginario. Se aúna así, lo que en un momento Lacan hubo designado como fantasma fundamental señalando la relación del sujeto de la palabra con el goce, lo que –en definitiva- ocupó el centro del escenario en toda su obra: primero como narcisismo –Imaginario-, luego con el fantasma –Simbólico- y finalmente como Real; y con esto último se detiene la idea de la supuesta liberación del sujeto. Será la fuerza pulsional como la incidencia fundamental del goce.

Clase X

La causalidad simbólica: lugar del fantasma
Llegando a la recta final de su seminario Miller se aboca a definir las causalidades, sin abandonar su formación de filósofo, retoma Descartes en la Tercera Meditación para justificar el concepto de causalidad durante el transcurso de un análisis.
Describe tres causalidades –coherente con el eje imago/fantasma/sinthome–: causalidad imaginaria, simbólica y real.
En la casualidad simbólica, el efecto mayor es el fantasma, una entidad situada como imaginaria pero articulada por el significante, es decir un elemento imaginario vehiculizado por el discurso; una sucesión contingentes de accidentes significantes

Clase XIV

Fantasma = Ello + Formaciones del inconsciente
Acreditando, desde su perspectiva, una consistencia clínica arma una nueva tripatición, organizada como: formaciones del inconsciente –con la cual referencia los seis primeros seminarios de Lacan-, fantasma y sinthoma. El punto de llegada será siempre el sinthome, consecuencia de “Hay de lo Uno”, como antes –concepto capital de un momento del desarrollo de la teoría- lo fue el fantasma.
Respecto a las formaciones del inconsciente –sueño, lapsus, acto fallido, chiste e inconsciente-, en las cuales se suponía una verdad disimulada, reprimida; una vez traducida demuestra ser la verdad del deseo. Esto nos desplaza al fantasma, pero que no es una formación del inconsciente y, como novedad, también implica el Ello freudiano.

El objeto, la pulsión y el goce
Así, el fantasma es, simultáneamente, una producción del Ello y una formación del inconsciente, pero sin responder totalmente al régimen de las otras formaciones. Para lo cual, Lacan, en su seminario La lógica del fantasma establece un régimen específico para el fantasma, como una producción del Ello, el sinthome. De esta forma, en el fantasma se jugará la verdad y el deseo –efectos significantes {significado} paralelamente a pulsión y goce. El goce es muy diferente a la verdad, pues se sostiene en el cuerpoautoerotismo para Freud- poniendo en escena el ida-vuelta de la pulsiónSeminario XI-; allí Lacan dirá que el objeto es el medio para la vía del retorno de la pulsión sobre sí misma, lugar vacío por excelencia y sensible de ser ocupado por distintos objetos.
Pero el objeto es la estaca que indica el momento en que la pulsión da media vuelta por lo cual el cuerpo se goza e indicando, así, la condición refleja del goce, cuestión esencial para diferenciar en la práctica el deseo y la pulsión.

El fantasma como una consistencia híbrida
En la formulación lacaniana: el deseo es el deseo del Otro muestra lo esencial del enlace deseo y Otro, pero la pulsión es del Uno. El Otro no es una condición de la pulsión, tiene carácter acéfalo del Otro y del sujeto de la palabra. La pulsión de Uno indica la inexistencia del Otro.
El fantasma comprendido como una original consistencia –híbrida- clínica es el resultado de una conjunción singular del deseo, de la pulsión, del inconsciente y del Ello; representada en la topología para revelar sus conexiones estas superficies de géneros diferentes que pueden coserse y descoserse y revelarse en sus estructuras diferentes. Esto permite a Lacan definir en el pase una posible disyunción a nivel del fantasma.

SINTESIS
Miller, a través de distintas clases de su seminario, aborda el fantasma como uno de los ejes que sobresale de su recorrido: imago-fantasma-sinthome, no obstante la meta es este último como la definición más contundente de Hay de lo Uno conjugada con el pase y el fin de un análisis, o de aquello a lo cual no se le puede extraer más sentidos e itera en su goce esencial de existencia.
Concluye, acercándose al tema del sinthome, que el fantasma es una construcción consistente de esencia híbrida compuesta por el deseo, la pulsión, las formaciones de inconsciente y el Ello freudiano. Es esta mixtura la que permite un desmantelamiento de cada uno de estas capas condensadas se desjunten y revelen el des-ser del sujeto lanzándolo a la existencia.
En un recorrido histórico, aclaratorio y por momentos enrevesado con la filosofía, desgrana el tema del fantasma agregando detalles pulcros  Define, entonces, al fantasma como la interposición entre el sujeto y lo real, y también entre el sujeto y su ser de sujeto –derivada de la pregunta ¿quién soy yo?-, mostrando así el mayor efecto de la práctica analítica es: una revelación ontológica.
Luego, distingue dos valores del fantasma: ventana y marco, entonces el fantasma la ventana a lo real de cada sujeto, por lo tanto, lo real es para cada uno, esa ventana singular a atravesar, que tiene efectos epistémicos: desconcierto y desarraigo, deflación del deseo y metamorfosis.
De la fórmula del fantasma rescata al losange atribuyéndole una función nodal, asimilándola a el rol de esquema entre la receptividad y el goce ensayando un paralelismo con Kant en Crítica de la razón pura. Esta función nodal, como nudo, una forma de relación entre dos términos para nombrar lo posible, es decir, una relación constatable entre dos términos  –Sujeto y objeto- resultado de la interpenetración entre los registros imprecisos (debido a que lo imaginario abarca todo cuanto es representación ) –Simbólico ($) e Imaginario (a)-. Estos dos órdenes se revelan con “Pegan a un niño” cómo una frase se articula con una representación imaginaria.
Aclara, también el cambio de estatuto del objeto a en la fórmula del fantasma: de lo imaginario a lo real. Es decir que aquellas formas imaginarias cautivantes es porque el sujeto partía de la noción de negación de la substancia, en cambio al a, está galvanizada de esa operación de negación, y allí, posteriormente toma su valor de real.
No puede faltar la idea de atravesamiento –resolviendo el problema de la verdad con “eso habla”- de la pantalla en dirección a la nada, lo cual nos revela el trasfondo del sinthome –nivel del “eso goza”. Aclara esto, apelando a Freud en Análisis terminable e interminable e Inhibición, síntoma y angustia.
Dado que la meta es el sinthome, reflota la idea que para Lacan el Uno y el goce están fundamentados en la fixierung freudiana dado que un analisante se encuentre siempre en lucha con la fijación. Argumento que lleva a Lacan a forzar una más allá de Freud con el pase y la fórmula de la sexuación.
Avanza con lo real del fantasma, que aclara la idea del concepto de fantasma fundamental de Lacan, pues era el axioma como el lugar de lo real en ese fundamentalismo, eso constante en el síntoma que revela la condición fija del Uno del goce. Aquí apela a la diferencia entre las leyes de deducción variable en oposición a lo constante del axioma que en un análisis implica la destitución subjetiva con la consecuente caída del objeto a que libera de la constancia concentrada en lo real del a pues su constancia fija a sujeto en la fixierum freudiana.
Llegando a la recta final de su seminario Miller se aboca a definir y describir tres causalidades –coherente con el eje imago/fantasma/sinthome–: causalidad imaginaria, simbólica y real. Asi, el fantasma el efecto mayor de casualidad simbólica, un elemento imaginario vehiculizado por el discurso como una sucesión contingentes de accidentes significantes.
Comenzamos desde el final para señalar el recorrido, desde lo específico, que aúna al fantasma con el sinthome mostrando las causas del relevo del ser a la existencia.