miércoles, 29 de septiembre de 2010

ESCRITOS SOLICITADOS

                              Imagenes ldeales.com

 (*) Escrito a solicitud de los directores de la Sección “Informática natural” Mónica Tula y Claudio Maiante de la revisa Clubs & Country, Junio del 2000, pag. 63, N° 115

"Chatear". Los ciberencuentros humanos, un borde entre dos dimensiones espaciales distintas. El cuerpo y la electrónica.

 El crucial impacto del ciberespacio se filtró en nuestra cotidianeidad, modificando ciertas posibilidades de relacionarse con el otro‑semejante. "Nuevas modas de socialización", diría un sociólogo.

Las nuevas formas de comunicación nos acercaron, acortaron distancias y modificaron, en consecuencia, las formas de relacionarnos. Surgen, así, otra modalidad: la máscara electrónica; una verdadera novedad en el alicaído espacio público del nuevo milenio. Me refiero específicamente, a los chat, en especial, en los niveles más jóvenes de esta sociedad, donde parece haberse hecho un lugar preponderante de relación. ¿Una preocupación? No creo. ¿Qué movilizan? Ese es el tema de mi breve nota.

 

Este tejido de relaciones se forma desde lo privado, generalmente, desde la soledad de un escritorio, pero sostenido en una pragmática lingüística y social que hace y deshace relaciones y produce innumerables efectos en tierra firme.

Esta modalidad de comunicación electrónica crea un nuevo espacio: la inmaterialidad del cuerpo y la posibilidad de pensar lo que se escribe. Dos factores novedosos en las formas de relacionarse: se apaga la presencia del otro-semejante, la presencia del cuerpo a cuerpo, y se cuenta con tiempo para pensar.

¿Cuál es el valor de tamaño recurso? Con el cuerpo del otro, nos fascinamos u hostilizamos. No es poco. Y eso, los psicoanalistas lo sabemos, es uno de los fundamentos del uso del diván. Disminuimos la posibilidad de la sugestión personal del rostro, la expresión, los movimientos, etc., es decir, todo aquello que se expone con el cuerpo y trasluce actitudes personales inevitables en la comunicación personal‑corporal con el otro‑semejante.

Se me podrá decir que una comunicación telefónica cumple el mismo efecto, pero no, "chatear” nos posibilita un espacio de pensamiento antes de responder y además eliminar el efecto de la voz y las inflexiones de las expresiones que regulan cualquier comunicación. Lo cual abre un espacio a los “malentendido”.

Se suma otro elemento de importancia: conocer sin la mirada, andar sin la mirada. Se elimina otro aspecto vital de las relaciones. Aclaremos en este punto que no estoy escribiendo sobre comunicación sino sobre relaciones intersubjetivas, es decir, entre algo más que personas, sujetos.  Y aquí ya nos encontramos en el ámbito de las producciones psíquicas.

 Es tiempo de responder una interrogación planteada más arriba: comunicarse de esta forma moviliza el tema inherente a las posibilidades humanos mismas: la idealización del otro. Punto de partida del enamoramiento y de las relaciones que nos unen en el tiempo. Señalemos ya el tema principal: las imágenes ideales.

Las imágenes ideales son necesarias e inevitablemente, generadas por la propia necesidad de vivir, único recurso para evitar el camino de la desolación que la vida impone con el "dolor de existir". Es la alfombra por donde, transitan los sueños, nada menos que los sueños personales. «Chatear» moviliza, por la exclusión del cuerpo, la voz y la mirada; aun más, las imágenes ideales que producimos para nosotros mismos.

La mascarada electrónica es el instrumento adecuado para trazar los    caminos de nuestros ideales, en la dialéctica demorada ‑de las "conversaciones electrónicas", sin mayores, riesgos de exposición personal, siempre quedará para lo último de todos los finales la posibilidad de probar la verdad.

Específicamente en el caso de los jóvenes, podemos pensarlo como un momento evolutivo excelso y abundante de producciones idealizadas. Sufren la caída de aquellos padres de la infancia y son atravesados por la "herida cruel y absurda” del amor.

Respondo, así, otra interrogación planteada: no es una preocupación, pues él hombre siempre se las ingeniará para poner a prueba el rescate de sus ideales, con todos los riesgos que esto implica. El “chatear” es nueva forma, que responde a la cita con el progreso y el rescate de las imágenes ideales se viste con nuevos ropajes

 


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