EL TRABAJO “PSI” y LOS EFECTOS de la GLOBALIZACION
¿Cuales son sus honorarios?
(El dinero, la última metáfora)
La globalización es consecuencia del mandato político de los grandes centros económicos, la Argentina forma parte de los países que adhieren a este modelo. Los acontecimientos que nos rodean no dejan lugar a dudas que es un orden económico nuevo, por lo cual se imponen estrategias para resolver nuestra vida diaria, como ciudadanos y trabajadores de cualquier profesión. Es obvio que tampoco los profesionales del campo “psi” pueden eludir estos efectos.
La cuestion deL pago de honorarios está en el interior mismo de cualquier tratamiento “psi”, más allá de nuestros gustos, forma una parte sustancial e inamovible de aquel. No importa la línea teórica o escuela con la cual trabajemos.
Responder económicamente por un tratamiento “psi” es una regla tan fundamental como la transferencia, pues se encuentran entrelazadas, pero, ¿Cuál es la justa medida en situaciones de crisis profesional que sobrepasan la imaginación de cualquiera en esta profesión?
Ultimamente, contenidos por la globalización y sus efectos, asistimos frecuentemente a la pregunta formulada de antemano como condición de iniciación: ¿Cuáles son sus honorarios?. Esta es la intención del artículo que nos ocupa: delinear cierta posibilidad de pensamiento a partir de una problemática -delicada- compleja y actual como la retracción de la demanda por los efectos de la globalización.
- El honorario “conveniente” es el emergente de una retracción, es la respuesta urgente para mantener el nivel anterior. Pero no implica una pregunta, ni una seria investigación, complicada de por sí por las características del trabajo "psi".
- El “honorario institucional” es un supuesto generador de demanda, pero es sabido que el ofrecimiento abaratado de pagos no asegura el interés del paciente.
- ¿No es el “honorario institucional” una propuesta muy próxima a la gratuidad en donde el analista está expuesto a los efectos contestatarios del amor transferencial?, pues a pesar de todo, hay “demandantes” que ilusionan una respuesta gratuita.
- Hoy, la sospechosa variedad de “especialidades” del campo “psi” se anuncia como nunca antes fueron vistas.
Este atrevido resumen de una cuestión tan compleja en brevísimas oraciones -apelando a cierta licencia del lector- podríamos considerarlo como los síntomas visibles de la crisis laboral “psi” producto de la globalización.
No abundaremos acerca del carácter erótico del dinero, a través del cual se prodigan infinitos desvelos por su omnipotencia social. Sabido es las múltiples denominaciones que lo disfrazan para velar su presencia en el centro mismo de cualquier persona.
El pago involucra una renuncia neurótica y es un límite a cualquier tratamiento, es decir que no está por fuera de este, no es externo. Es un elemento íntimo al pago, hay una exigencia profesional de operatividad para la continuidad; si un analista cede, en este aspecto, cae su sostén.
Una de las características sobresalientes de los efectos de las economías globalizadas es la falta de trabajo y consecuentemente la retracción en la demanda de servicios. Precisamente la retracción produce el aumento de oferta hasta sobreabundarla.
Esto es anecdótico y más o menos supuesto, o sabido por todos los “psi”, pero que requiere un análisis de las consecuencias en el trabajo concreto del consultorio.
Hace algunos años -década del ’80- era impensado ofertarse publicitariamente por medios gráficos, radiales o televisivos; provocaba miradas recelosas de los propios colegas. Sólo en una década hemos asistimos a las más variadas ofertas del ámbito “psi” que metaforizan la cuestión del pago con frases cortas y contundentes (honorarios institucionales, honorarios a convenir, bono contribución, etc.).
La ley del mercado se cumplió, la demanda bajó, y la sobreabundancia de oferta dio nacimiento a las metáforas mencionadas. Son producto de una demanda velada que revelan la falta de trabajo.
Una crítica observación permite vislumbrar que apuntan a una sola cuestión: funcionan como atajos del recibir de otro.
La cuestión no es tan simple, abre muchos interrogantes que sólo pueden ser respondidos en pequeños grupos, o en la soledad de una confidente conversación. ¿El tema puntual es el dinero o el recibir de otro?, ¿Es el dinero o los atajos seguros de su recepción?
Las cuestiones del dinero son temas potenciales para la perturbación transferencial, que no escapa a otra producción social: las instituciones. En este sentido la intermediación institucional parece surgir como un recurso “diplomático” para resolver la captación de trabajo. Nos vemos, entonces, reconducidos a otras pregunta: ¿es recibir o poder trabajar? O ¿es trabajar para ser reconocido?
Los efectos son previsibles: retracción de demanda, mayor tiempo libre, menores ingresos, preocupación, ajustes de presupuestos, recortes familiares y profesionales en elementos, libros, supervisiones, etc.
¿Cómo logra ubicarse un “psi “en esta nueva situación (que promete quedarse) sin resentir un trabajo tan sensiblemente emparentado con el sufrimiento humano?
La cuestión de la crisis, ¿obliga a tomar “cualquier cosa” y hacerla durar hasta donde se pueda?, ¿Las características del trabajo “psi” lo resisten?
Una ligera observación, nos muestra en la actualidad que una mayoría creciente de analistas comparte su tiempo en dos actividades, a veces afines, otras no tanto. Las necesidades económicas parecen haber desviado los caminos y fuerzan por el desvío de necesarias posturas éticas para trabajar, a cambio de urgencias económicas.
El campo de la clínica “psi”, en general y en su gran mayoría, no permite de por sí, una acumulación importante de ganancias como en otras profesiones. Los figurones “psi” de las décadas anteriores fueron durante mucho tiempo un espejismo para muchos, pero el postmodernismo se encargó de ellos y hoy deben adaptarse a los honorarios de los tiempos.
El reacomodamiento obligado por la economía activó el ingenio del espectro y encontramos cada vez más “especialidades”, impensadas hace algunos años. Y no es precisamente porque existen antiguos y grandes centros de investigaciones que están poniendo en marcha sus resultados.
Demás está decir que toda esta nota es opinable. Si en algún campo es difícil realizar estadísticas, es en este. En definitiva las experiencias son en su gran mayoría unipersonales o grupales, tomadas de observaciones y experiencias propias, lecturas de otros, charlas con colegas, etc., que no evitan opinar y preocuparse por el destino de una profesión que se ama y sobre la cual están construidos asuntos éticos personales, antes que económicos.
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